viernes, 5 de febrero de 2010

Respuesta a Benjamín Granados sobre Daniel 9.20-27

El 3 de febrero, Benjamín Granados hizo el siguiente post en Facebook:


"... Setenta semanas han sido decretadas sobre tu pueblo y sobre tu ciudad Kadosh para poner fin al transgresión, para sellar el pecado, para borrar las iniquidades, para hacer expiación por las iniquidades, y para traer justicia eterna y para sellar visión y profeta, y para ungir el Lugar Kadosh Kadoshim. Conoce, por lo tanto, y entiende que siete semanas (¿de años?), pasarán entre el dictado del decreto para restaurar y reedificar Yerushalayim hasta que el Mashíaj el Príncipe venga (¿Mashíaj Ben Yosef?). Permanecerá reedificada por sesenta y dos semanas (¿de años?), con plazas y pozos alrededor; pero esto será en tiempos angustiosos. 26 Entonces, después de sesenta y dos semanas, Mashíaj será cortado y no hay juicio en El (¿Acaso no fue este Yahshúa, incluso ya esperado por algunos en ese tiempo?). El pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el Lugar Kadosh, pero este fin vendrá con inundación, y la desolación está decretada hasta el fin de la guerra. 27 El hará un pacto firme con muchos por una semana (¿de años nuevamente?). Por la mitad de la semana hará cesar el continuo sacrificio y la ofrenda de grano (Creo que esto ya se dió). Sobre el ala del Templo estará la abominación de desolaciones y continuará hasta que la ya decretada destrucción sea derramada sobre el desolador (creo que también esto ya pasó)..."

Espero que lleguemos a un entendimiento sin andar batallando y con respeto, ya que coincido de antemano en muchas cosas que ustedes argumentan y no es de mi interés pelear, sino más bien el conocer su respetable opinión, porque en estas cosas se que algunos de ustedes saben más que yo y este pasaje en particular me parece muy directo>


Por problemas de sistema, no pude contestarle en el Foro de discusión. Así que opté por trasladar el asunto a mi blog, y poner a continuación la respuesta:

Benjamín

Con gusto te comparto un punto de vista judío sobre el tema (y aclaro: es uno de varios; naturalmente, es el que yo sostengo; si bien tiene sus diferencias con otros comentaristas, en lo lineamientos generales estamos de acuerdo).
Antes de explicar algunos detalles sobre el pasaje, debo aclararte un dato importante sobre la apocalíptica judía.

El género literario apocalíptico es la culminación evolutiva de una tendencia profética radical, que centra sus ideas en que el Reino Mesiánico sólo habría de iniciar hasta que la humanidad llegase a un punto de colapso. Este “evento” puede ser llamado “el Fin de los Tiempos”, y de él se empieza a hablar, aunque de modo ambiguo, en libros como Isaías, Ezequiel, Amós, Miqueas y Malaquías. Las ideas toman más forma en Joel y en los últimos capítulos de Zacarías, y llegan a su plena madurez en Daniel.
En la historia del judaísmo, hubo dos momentos muy concretos en que los partidarios de la apocalíptica creyeron que estaba por darse el Fin de los Tiempos, y con ello el inicio del Reino Mesiánico: en el año 164, justo tras la muerte de Antíoco IV Epífanes, y entre los años 70 y 73, justo entre la destrucción del Templo de Jerusalén por las tropas romanas, y la derrota de los últimos combatientes en Masada.
Después de esto, el judaísmo rechazó la apocalíptica por considerarla inexacta y peligrosa (no fue en balde: el país quedó en ruinas, justamente por la convicción apocalíptica de que, pese a la desventaja frente a Roma, D-os había prometido intervenir para darle la victoria a los judíos).

Vamos al texto como tal.
¿De qué se trata? En resumen, un ángel le explica a Daniel lo que va a suceder durante las últimas “70 Semanas” de Historia del pueblo de Israel (tu apreciación es correcta: se refiere a semanas de años, lo que equivale a un total de 490 años).

Haciendo uso de la transcripción que tú mismo agregaste, estos son los eventos más destacados de ese proceso:
a) “siete semanas pasarán entre el dictado del decreto para restaurar y reedificar Yerushalaim, hasta que el Mashiaj Príncipe venga”
b) “permanecerá (o será) reedificada por sesenta y dos semanas… en tiempos angustiosos”
c) “Después de las sesenta y dos semanas, Mashiaj será cortado”
d) “El pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el Lugar Kadosh”
e) “Este fin vendrá con inundación, y la desolación está decretada hasta el fin de la guerra”
f) “Por la mitad de la semana hará cesar el continuo sacrificio y la ofrenda de grano”

Respetando tu interés en no pelear, te voy a explicar por qué los judíos no vemos ningún viso de Jesús de Nazareth en este pasaje.

Setenta Semanas de años son un total de 490. La fecha que, a mi juicio, debe tomarse como punto de partida, es el año 445 AEC, cuando el rey Artajerjes I extendió el decreto para reconstruir Jerusalén.
Según este oráculo, tenían que transcurrir 490 años para que se llegase a la “invasión de un príncipe”, así como la desolación y la interrupción de los sacrificios del Templo. Según el cálculo, esto tendría que haber sucedido en el año 46 AEC.
¿Sucedió?
En cierto modo: la verdad es que hubo una guerra entre Judea y Roma en donde sucedió todo lo que este pasaje menciona sobre la “última semana”, pero aconteció entre los años 66 y 73 (siete, por cierto: una semana; a todas luces, la número 70).
Este dato es importante para tener en cuenta dos cosas: en primer lugar, que los acontecimientos SÍ SUCEDIERON. En segundo, que hubo un error de 20 a 27 años. Esto es importante, y más adelante te diré por qué.

Por el momento, hay que tomar en cuenta una cosa: el aspecto IMPORTANTE del oráculo ES LO QUE SUCEDE EN LA SEMANA 70, no el dato de que al Mesías se le quita la vida en la semana 69.

¿Cuál es el problema de la visión tradicional cristiana?
De entrada, que la cuenta de 70 semanas (490 años) terminó, pero el Fin de los Tiempos no llegó.
Se ha tenido que desarrollar la arbitraria idea de los “valles proféticos” para justificar esto. ¿De qué se trata esta idea? De que cada semana es como una montaña. Digamos que Daniel “vio” los picos de 70 montañas (las 70 semanas), y no alcanzó a ver que entre la 69 y la 70 había un “valle”. Ese valle explica por qué todavía no acontece la Semana 70.
En realidad, es una tontería suponer que un oráculo profético te diga que sólo quedan 490 años de Historia, pero que ya hayan pasado casi 2500.
En resumidas cuentas, a lo único que el cristianismo puede recurrir para explicar por qué no se llegó al Fin de los Tiempos, es que si Daniel dice que sólo faltan 490 años, se refiere a que faltaban casi 2500 (más lo que se acumulé este siglo).
Visto fríamente, es un argumento totalmente inconsistente.

El segundo problema que tiene la postura cristiana es querer identificar a Jesús con el Mesías referido por Daniel 9.
Hay dos momentos en que la palabra Mesías se usa: cuando dice que “un Mesías Príncipe” llegaría “luego de siete semanas”, y cuando dice que al final de la semana 69 “se cortará al Mesías”.
Es muy obvio que se trata de DOS MESÍAS DIFERENTES. ¿Por qué? ¡Porque entre uno y otro hay 62 semanas (434) años de diferencia!
El texto dice claramente que “luego de 7 semanas” se manifestaría un Mesías, y que 62 semanas más tarde, otro sería cortado. No queda duda: sólo se puede referir a dos personas diferentes, porque no hay ser humano que viva más de 400 años.
Esto no es un problema para el judaísmo, porque “Mesías” significa, literalmente, Ungido, y es el título que ostentan los reyes y los sumos sacerdotes. Por lo tanto, está claro que 49 años (o siete semanas) después del decreto de Artajerjes I, se “manifestó” un Mesías, y un poco más de cuatro siglos después, se le quitó la vida a otro.
En cambio, para el cristianismo es un problema serio porque pretende que sólo hay un Mesías, y es Jesús. Pero el sentido del texto ES CLARO, y NO NOS DEJA MÁS OPCIÓN que ASUMIR que se refiere a DOS MESÍAS DIFERENTES.

¿Quiénes fueron estos dos Mesías?
No tenemos modo de saber quién fue el primero, ya que no hay una cronología precisa de los años en los que los sumos sacerdotes de esa época ocuparon su cargo.
Pero podemos estar seguros de que se trata de un Sumo Sacerdote. ¿Por qué no un rey? Porque estamos hablando de una época en la que Judea estuvo sometida al vasallaje medo-persa, Y NO TUVO REY. El año sería, aproximadamente, el 396 AEC (siete semanas después del decreto de 445 AEC).
¿Quién fue el segundo?
El cristianismo lo explica de dos modos (asumiendo que, en realidad, sólo existe este Mesías), principalmente:
a) El decreto se dio en 445 AEC. Jesús murió durante la semana 69, y en la siguiente semana de años “acabaron los sacrificios del Templo”. Desde esta perspectiva, este evento NO SE REFIERE A LA GUERRA CONTRA ROMA, sino al hecho de que Jesús fue EL SACRIFICIO PERFECTO. Esta idea es sostenida por iglesias cristianas históricas, como el catolicismo o algunas tendencias moderadas del protestantismo.
Tien un serio problema: Daniel no dice que el Mesías moriría “durante” la semana 69, sino “al término”.
69 semanas equivalen a 483 años. Contando a partir de 445 AEC, llegamos al año 39 EC como la fecha tentativa para la “muerte” de este Mesías.
Jesús no pudo morir en ese año. Aunque no sabemos en qué año nación, ni cuantos años vivió, lo que sí sabemos es que Pilatos fue depuesto de su cargo como Procurador Romano en 36, así que Jesús no pudo morir tres años después.
Debido a esta inconsistencia, otras iglesias —independientes y de tipo fundamentalista y dispensacionalista— ofrecen otra explicación:
b) A partir del año del decreto —445 AEC— deben contarse 483 “años bíblicos”, que sólo constan de 360 días. Esa diferencia de algo más de 2500 días nos hace retroceder del año 39 al año 31 o 32, dato bastante verosímil para ubicar la muerte de Jesús.
Pero también tiene problemas:
Probablemente, no exista un concepto MÁS ARBITRARIO E INVENTADO DE LA NADA que el de “año bíblico”.
En todos los registros calendarios judíos que se han recuperado, JAMÁS se ha encontrado documento alguno que hable de años de 360 días.
“Pero esto no sale de la nada”, apelan sus partidarios. “Se deduce de que Daniel habla de un período de ‘tiempo, tiempos y medio tiempo’ (evidentemente tres años y medio), y Apocalipsis se refiere a un período de 1260 días; esa cantidad sólo la podemos obtener si contamos años de 360 días”.
Argumento endeble, por una razón simple: una cifra está tomada de Daniel (tiempo, tiempos y medio tiempo) y otra del Apocalipsis (1260 días). ¿Por qué no se toman las cifras en números de días que están en Daniel?
Porque una es de 1290 días (Daniel 12.11), otra es de 1335 días (Daniel 12.12), y otra más de 2300 (Daniel 8.14).

El otro problema es más serio, y es el ya mencionado: después de esa “muerte” del Mesías, tenía que venir la “inundación” de un príncipe y su pueblo, la interrupción del sacrificio continuo, y la desolación de Jerusalén y el Santuario.
Cosa que no sucedió después de que murió Jesús de Nazareth (claro, a menos que uno insista en que cuando dice “490 años”, no se refiere a 490 años, sino a cualquier cantidad que gustes, porque la cuenta sigue corriendo).

¿Qué se hace con esa cuenta?
Un ejemplo interesante sería contar al revés: en vez de 483 años a partir del decreto de reconstrucción, contar 7 antes de lo que Daniel menciona como “el fin de la guerra”.
¿Cuándo terminó la guerra entre Judea y Roma? En 73 EC.
¿Cuánto tuvo que haber “muerto” un Mesías? En 66 EC.
¿Murió algún rey o sumo sacerdote en ese año?
Sí. Anán II, Sumo Sacerdote en funciones durante el año 62. Un grupo de radicales idumeos lo ejecutó en Jerusalén como parte de las primeras hostilidades contra las autoridades judías y contra los romanos.

En términos históricos, los acontecimientos descritos por Daniel 9 sobre la semanas 69 y 70 son bastante exactos:
La guerra estalló en 66, y una de las primeras víctimas fue Anán II, Sumo Sacerdote (y, en lenguaje técnico del judaísmo, un Ungido, lo que es lo mismo que un Mesías). Eso provocó la “inundación de un príncipe”, que fue Vespasiano, el general encomendado para sofocar la revuelta. Este hizo un “pacto con muchos”: los judíos helenistas del norte (Galilea, principalmente), cuyo dirigente era el rey local pro-romano Agripa II, tuvieron todo el apoyo de Vespasiano en su lucha contra las células anti-romanas en esas zonas. “A la mitad de la semana”, o tres años y medio después, se interrumpió el continuo sacrificio: Tito Vespasiano —hijo de Vespasiano— ocupó Jerusalén en el 70 (tres años y medio después del inicio de la guerra), y destruyó el Templo.

¿Qué se supone que tenía que pasar durante los siguientes tres años y medio de la guerra?
Bueno, como ya se mencionó, la confrontación tenía que llegar a su fin, y la “desolación” tenía que terminar. Esto implica que Roma tenía que ser derrotada.
¿Cómo lo sabemos?
Porque en entre los Rollos del Mar Muerto se recuperó un documento que habla, en un lenguaje simbólico aunque bastante descifrable, de ESTA GUERRA DE SIETE AÑOS.
El texto se conoce como ROLLO DE LA GUERRA o LA GUERRA DE LOS HIJOS DE LA LUZ CONTRA LOS HIJOS DE LAS TINIEBLAS, y es una clara descripción de un combate entre los Judíos contras los ejércitos de los Kitim (y no caben dudas de que estos eran los Romanos), misma que estaría dividida en tres etapas: en la primera (“tres partes”), las tropas judías prevalecerían; en la segunda (“tres partes”), prevalecerían los enemigos; en la tercera “una parte”), D-os traería la milagrosa victoria.

Es un oráculo que falló. Tanto el de Daniel como el del Rollo de la Guerra. Por eso, EL JUDAÍSMO NUNCA INCLUYÓ A DANIEL COMO LIBRO PROFÉTICO, porque sus oráculos FALLARON: anunciaban la llegada del Reino Mesiánico tras la muerte de un Mesías (Anán II en 66), siete años de guerra (el levantamiento contra Roma: 66-73), y en el cual sería destruido el Templo (a la mitad: 70).

Como podrás darte cuenta, Jesús queda completamente fuera de lugar en el panorama “profético” del que habla Daniel.

Ahora la pregunta importante: ¿qué significa que Daniel haya fallado?
Complejo debate, pero —en general— la idea esta clara: tras la destrucción del Templo de Jerusalén, un grupo de extremistas exacerbados, bastante afines a la ideología Esenia-Qumranita, elaboró un texto que hicieron pasar como parte del libro de Daniel.
Ojo: no se trata de una falsificación. Los Esenios-Qumranitas tenían una costumbre muy compleja a la vista occidental moderna, pero muy normal para ellos: reelaboraban todo el tiempo los textos proféticos que conservaban (muchos más de los que los Fariseos admitieron en la Biblia que conocemos).
Seguramente, ya existía un texto sobre este período final de la Historia. De hecho, está claro —por las referencias del propio libro de Daniel contenidas en los versículo 9.1-19)— que se trata de una reinterpretación radical de la profecía de Jeremías, según la cual el pueblo judío estaría exiliado 70 años.
Lo que seguramente sucedió fue que en ese momento crítico (Jerusalén y el Templo destruidos, y los últimos combatientes resistiendo en Masada tras la caída de las fortalezas de Herodio y Maqueronte) estos místicos radicales plantearon esta alternativa de interpretación de un corpus profético pre-existente, y lo redactaron de tal modo que quedara incluido en el libro de Daniel.
¿Por qué Daniel? Porque el libro de Daniel, tal y como lo conocemos, es la versión Farisea. Entre los Esenios, está comprobado que hubo, por lo menos, cuatro diferentes libros dedicados a Daniel, y no estamos seguros de cómo estaban organizados.
Un estudio historiográfico nos revela que en este momento se escribieron los capítulos 2, 7 y 9.20-27 de Daniel, para hablar de la guerra que se estaba enfrentando, con la convicción de que la victoria estaba a punto de llegar.
No llegó. Los Esenios lo pagaron con su vida (esa secta desapareció después de esa guerra), y lo único que se conservó de Daniel fue la versión recogida por los Fariseos, que nunca le concedieron el nivel de libro profético.

Resumamos así el asunto:

¿Por qué el judaísmo no ve profecías sobre Jesús en Daniel 9?
Porque Daniel no es un libro profético.

¿De qué trata el oráculo de las 70 semanas?
De un intento de radicales Esenios de demostrar que, en el fragor de la guerra contra Roma, la victoria estaba a punto de llegar. No se lo inventaron de la nada. Es seguro que lo que conocemos es la versión más depurada de una tradición probablemente añeja, pero que sólo llegó hasta su versión definitiva en ese momento (seguramente, el año 73).
Claro, erraron en su cálculo, porque dijeron que “490 años” cuando, en realidad, ya habían pasado 517 (es el error de 27 años que mencioné previamente).
Pero piensa en esto: hicieron el cálculo en medio de una guerra, y sin los recursos que nosotros tenemos para cuantificar los procesos históricos.
En realidad, fue un cálculo notable, con un margen de error de un 5%. Personalmente, me impresiona la precisión que estos combatientes tuvieron en su información histórica.

Y, a fin de cuenta, su cálculo fue más exacto que el cristiano. El cálculo de los Esenios respecto al Fin de los Tiempos sólo iba a fallar por 27 años. El cristiano ya lleva casi 2000 de más.